“No es el peso lo que te destruye, sino la manera en que lo cargas.” — Séneca
Reflexión:
Mucho de lo que nos agobia no es nuestro: son expectativas, juicios, problemas o responsabilidades que otros nos colocan sobre la espalda. Y por no querer decepcionar, seguimos cargando hasta quebrarnos.
El sabio distingue lo propio de lo ajeno. No se niega a ayudar, pero tampoco permite que su vida se convierta en el depósito de cargas que no le corresponden. La compasión se vuelve más clara cuando no confundes amor con autoabandono.
Liberarte de lo que no te pertenece no es egoísmo: es un acto de honestidad contigo mismo y de respeto hacia los demás.
Cada carga innecesaria te aleja de tu centro. A veces, por lealtad mal entendida, cargamos dolores que no sanamos, responsabilidades que no asumimos y conflictos que no son nuestros. Aprender a decir “esto no me corresponde” es también un acto de madurez espiritual. Soltar no es desamor, es claridad.
Haz un inventario de tus cargas: ¿cuáles son tuyas y cuáles ajenas? Suelta hoy, aunque sea una, para caminar más ligero.

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