El alma como espectáculo, y el yo como notificación
Escena:

Estás en una conversación. Presente, sí. Pero no del todo. El celular vibra. No lo miras. Pero ya no estás ahí. Tu atención fue secuestrada.
Te apartas de la charla. Lo revisas. Nada importante. Pero igual respondes. Después escribes algo a alguien más, solo para sentirte en movimiento.
Una sensación extraña te acompaña:
Como si no pudieras desconectarte, aunque no estés haciendo nada urgente. Como si estar “al día” en mensajes fuera una forma de mantenerte relevante.
Como si “estar disponible” significara “estar vivo”.

Y hay otra escena también conocida…
Publicas una foto.
Y en vez de soltarla y seguir, vuelves una, dos, tres veces a mirar:
¿Quién la vio? ¿Cuántos likes? ¿Por qué tan pocos? ¿Por qué nadie comentó?
Como si el valor de lo vivido dependiera de cuántas personas lo aprueban.
Como si la experiencia no tuviera peso hasta que alguien le pusiera un corazón encima.
No se trata solo de publicar. Se trata de esa relación compulsiva con el celular, como si fuera un monitor emocional:
- ¿Alguien me escribió?
- ¿Quién no ha respondido aún?
- ¿Me están viendo? ¿Me están validando?
- ¿Estoy siendo suficientemente presente… para los demás?
Ahí es donde lo cotidiano se vuelve existencial:
Vivimos como si ignorar una notificación fuera equivalente a perder un vínculo. Como si un post sin interacción fuera un fracaso emocional. Como si contestar rápido garantizara afecto, y recibir likes confirmara nuestra importancia. Y poco a poco, sin darnos cuenta…nuestro centro se descentra.
Nuestra presencia se disuelve. Ya no habitamos el momento: lo compartimos, lo respondemos, lo interrumpimos.
Perspectiva estoica: cuando el alma se convierte en espectáculo (y el juicio ajeno, en amo)

“Si dependes del juicio de otros para sentirte bien, eres su esclavo.”— Epicteto
Lo que los estoicos llamaban esclavitud emocional, hoy se presenta como “estar conectado”.
Pero la conexión no es sinónimo de consciencia. Ni la inmediatez es señal de amor.
Ni los likes son prueba de alegría.
“El alma se degrada cuando se convierte en espectáculo para otros.”— Marco Aurelio
Hoy no solo hacemos espectáculo de nuestra vida…También hacemos espectáculo de nuestra disponibilidad emocional. De nuestra presencia digital. De nuestra felicidad (aunque no la sintamos).
Reflexión:

Vivimos pegados a una pantalla que se ha vuelto nuestra brújula emocional. Pero…
¿cuándo fue la última vez que estuviste realmente presente, sin tener que “estar disponible”?
¿Cuántas veces has sentido que debes responder, aunque no tengas ganas?
¿Cuántas veces has publicado algo solo para sentirte más visible, más valioso, más “vivo”?
Tal vez no necesitas ser más visible.
Tal vez necesitas ser más tuyo.
Tal vez no necesitas responder más rápido.
Tal vez necesitas responderte a ti primero.
Tal vez no necesitas demostrar que eres feliz.
Tal vez necesitas simplemente vivir con verdad.
“Recógete en ti mismo. El verdadero bien no necesita espectáculo.”— Marco Aurelio
Pregunta:
Y tú…¿cuántas veces al día entregas tu eje a una notificación?
¿A quién le estás pidiendo que te confirme que eres suficiente?
¿Y si, por un día, vivieras sin tener que ser visto?

Deja un comentario