“La suerte favorece solo a la mente preparada.” — Louis Pasteur
Reflexión:
Muchos envidian la suerte ajena, pero lo que llaman azar suele ser disciplina invisible. La persona que parece “afortunada” suele ser la que se preparó cuando nadie la miraba, la que sembró antes de que llegara la cosecha.
Séneca lo explica con claridad: la suerte no es un regalo del destino, es la unión de dos fuerzas: oportunidad y preparación. La primera llega sin avisar; la segunda depende completamente de ti.
Cuando vives preparándote —fortaleciendo tu carácter, aprendiendo, disciplinándote— conviertes cada circunstancia en una oportunidad disfrazada. Lo que otros llaman suerte, tú lo llamarás consecuencia.
La vida no premia los deseos, premia la acción silenciosa y constante. Quien entrena su mente y cultiva virtudes, expande el campo de las oportunidades. No se trata de predecir cuándo llegará el momento, sino de vivir como si ya estuvieras listo. La buena suerte no es magia: es mérito que coincidió con el tiempo perfecto.
Pregúntate hoy: ¿qué estás haciendo para estar listo cuando aparezca la oportunidad que tanto esperas?

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