“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.” – Séneca
Reflexión:
Vivimos con la sensación de estar corriendo contra el reloj. Pero esa urgencia no siempre nace de tener demasiadas cosas por hacer, sino de no saber por qué las estamos haciendo. El problema no es el tiempo en sí, sino la dispersión. Llenamos los días de tareas sin dirección, y al final, sentimos que no avanzamos. No es una vida corta: es una vida sin intención.
No se trata de cómo tener más tiempo, sino de cómo vivir mejor el que ya tenemos. En vez de buscar horas extra, necesitamos claridad sobre qué merece nuestra atención. No es la agenda la que debe estar llena, sino el sentido de nuestras acciones.
El tiempo no se pierde en grandes decisiones: se va en pequeñas distracciones, en conversaciones vacías, en postergar lo importante por lo urgente. Cada día se nos entrega como una cuenta exacta, y cada elección es una inversión… o una fuga.
¿A qué le estás entregando tu tiempo que no te está devolviendo nada?